Bermeoko Udala

-El claustro de San Francisco acogerá hasta octubre esculturas de diferentes tamaños y épocas.

El escultor Jose Angel Lasa ha engalanado el claustro de San Francisco. Desde mañana y hasta octubre, mostrará una muestra de 40 años de trabajo. Aunque el escultor es de Legorreta, está asentado en Bermeo, en el barrio de Arane. Reutiliza lo que encuentra en la naturaleza, convirtiéndolo en esculturas. Tiene mucha experiencia en ese mundo.

A partir de mañana se podrán ver gratuitamente más de 50 esculturas de Lasa en el claustro de San Francisco; esculturas de diferentes tamaños y épocas. El acto inaugural de la exposición escultórica ‘-n, -z, -tik, -rantz’ tendrá lugar mañana, a las 13.00 horas, en el propio claustro. José Ángel ha invitado a la ciudadanía a asistir al acto, para poder conocer más los detalles de su trabajo.

Lasa cuenta que pasa días y horas en el claustro de San Francisco: "El lugar es precioso, la organización del espacio es muy especial. Normalmente no hay nadie, así que es un regalo para el que viene". Quería exponer en Bermeo y este trabajo no puede exponerse en la sala Nestor Basterretxea, por su envergadura. Pensando en otra ubicación, le vino a la cabeza el hospital de Bermeo, ya que necesita un espacio amplio para mostrar sus obras. Aun así, una vez de contactar con los franciscanos y el Ayuntamiento de Bermeo, consiguió que le dejaran hacerlo en el claustro.

El artista utiliza para sus trabajos lo que encuentra a su alrededor; se basa en la reutilización. Por ejemplo, 16 piezas de esta exposición son fragmentos de árboles tirados en la Lamera por los vendavales de este invierno. Utiliza para sus obras retamas que odian en Almería, trozos de naranjos de Valencia que estaban a punto de morir, magnolias podadas en su casa... "Yo no voy a tirar los árboles, son escombros que nadie quiere".

Dice que es "difícil" decir de dónde le viene la inspiración: "Sé que tengo esta actitud para contar las cosas. No he tenido esta aptitud ni para la pintura ni para la fotografía, pero sí para hacer estas cosas. Supongo que será algo que viene de la niñez, pero yo tampoco lo sé; normalmente, los que trabajamos en esto, no sabemos de dónde nos viene la inspiración".

Asegura que detrás del trabajo hay "mucha intensidad": "Ir, por ejemplo, a Atapuerca, estar por allí, cortar, conseguir un camión, traer las piezas elegidas... terminas reventado. Lo de después también conlleva mucho trabajo. Una de las piezas de la exposición tiene seis colores por debajo. En algunos casos, hago pruebas y pruebas hasta conseguir el resultado final que me gusta".

Refiriéndose a los sufijos del euskera, le ha puesto un nombre curioso a la exposición, ‘-n, -z, -tik, -rantz’: "El sufijo no es nada si no está al lado de algo, y así veo yo estas cosas. Para mi, estas obras son sufijos del claustro. Yo imagino estos trabajos como compañeros de viaje. Estas cosas son posibles en el mundo del arte. El siglo XX nos ha dado esa oportunidad y es más real; no sólo es representar, sino otras cosas. Hoy en día puedes representar algo, y además, puedes hacer otros ejercicios, y yo creo que es lo que estoy haciendo con estas piezas".